Patronales: un patrimonio cultural

Esta nota salió publicada en la revista Destellos de la Cooperativa Villa Giardino de Servicios Públicos. Su autora es Marta Rocha, y es una reseña histórica de las Fiestas Patronales en Villa Giardino. Imagen de archivo

Desde el maravilloso enclave serrano de nuestra Villa, se yergue humildemente  la capillita Nuestra Señora de la Merced. Sus blancas paredes y tejas rojas contrastan con el matizado verde de su entorno, y la imaginación nos traslada dos siglos atrás, donde el desolado paraje se vestía de fiesta cada 24 de setiembre. Allí concurrían los vecinos de las estancias de la serranía, aquellas de la época colonial que por tradición y costumbres religiosas celebraban a la Santa Patrona con ferviente demostración de fe.

Esta herencia cultural la encontramos palpitante a través del tiempo en los descendientes de los primeros habitantes punillenses. Testimonios irrefutables son sus testamentos como legado de su profunda religiosidad. Contamos que los  descendientes de la familia  “de Caldevilla” primero y, luego a finales del siglo XVIII, “Capdevilla ” o “Capdevila” arraigada desde 1716 en la zona, fueron los autores de edificar el oratorio que para el 1800 pasa a ser centro registral del Curato de La Punilla con sede en Casquín. Allí se realizaban las funciones religiosas de casamientos, bautizos y extrema unción o defunciones y a los difuntos se le daba sepultura en el cementerio que precede a la capilla y aún se conserva. Uno de esos testamentos es el de Tadeo Capdevila en 1819, propietario de la Estancia La Cañada. Pide ser sepultado en la capilla que fue de sus mayores. Posteriormente, hereda la mitad de sus tierras a siete de sus esclavos criados por no tener descendencia y para que estos continúen con sus misas y ofrendas por su alma.  

Foto de 1939

Para fines del 1800, las familias que habitaban los parajes de La Punilla; La Cañada, El Pungo, La Cumbre y Huerta Grande eran numerosas y, donde fieles a su devoción, la fiesta patronal era motivo de encuentro espiritual y también festivo familiar, ya que los asistentes, portando sus mejores montas y atavíos, llegaban desde las estancias y parajes de todas las Sierras Chicas, instalando esta tradición que perdura hasta nuestros días.

En 1938 la familia propietaria de la Estancia Altos de San Pedro, Ugolino Giardino y Juana Micono,  donde la capilla era parte, celebran la fiesta patronal poniéndola en valor y acrecentándose la concurrencia con los nuevos habitantes que, año a año, han ido dando relevancia a la  festividad con  las numerosas agrupaciones tradicionalistas que la engalanan con su presencia. Allí, cientos de jinetes, comidas típicas, música y danzas, convocan a vivir este importante encuentro que hace al acervo cultural, histórico y religioso de nuestra Villa Giardino.-

Hoy los habitantes de Giardino, valorando esta festividad tan cara a nuestros sentimientos, nos encontramos abocados a atesorar su preservación patrimonial. –